Confinados en casa, el tercer y último trimestre ha cogido a los estudiantes lejos de las aulas. Esta situación –nueva tanto para los alumnos como los padres– obliga a reconvertir el hogar en un espacio donde aprender. Y no siempre es fácil, sobre todo cuando conviven varias personas y la vivienda no excesivamente espaciosa.
¿Tienes problemas para estudiar? ¿No te concentras? ¿Te distraes fácilmente al estar en la mesa del comedor cuando deberías saberte ya los contenidos? Según los especialistas, bienestar y que sea eficiente son los pilares básicos para conseguir un espacio de estudio adecuado.
Si aún no lo tienes o quieres mejorarlo, lo primero que tienes que hacer para este retorno a las aulas virtual es reorganizarte.Saber cuáles son tus posibilidades, de qué espacio dispones y buscar soluciones creativas ayudarán a conseguir los objetivos marcados, según indican los expertos. Quizá toca transformar algunos elementos hogareños y adecuarlos a las necesidades actuales. Y pactar horarios o reparto de espacios con aquellos con quienes se convive en función de las necesidades de cada uno.
Para conseguir un buen aprendizaje, no hay que olvidarse de compaginar los ratos de estudio con otros de movimiento y distracción. Y pese a que los nervios estén más a flor de piel, evitar las discusiones. Todo ayuda a la hora de optimizar el rendimiento.
Crea y delimita el espacio
El primer consejo de los expertos es que el lugar de estudio –probablemente un espacio de la casa readaptado– sea cómodo, que esté a gusto en él. También ha de ser tranquilo (todo lo que sea posible en función de dónde y con quién se viva) e invitar a la concentración.
“Los espacios del hogar pasan a tener un valor que antes no habíamos pensado. Un valor diferente. Si el lugar de estudio es creativo, agradable y cuidado, de por sí crea bienestar y eficiencia. Y si estás bien, el aprendizaje se produce porque estás más receptivo”, comenta Teresa Bardera, jefe de unidad del Institut de Ciències de l’Educació Josep Pallach de la Universitat de Girona (UdG), centro dedicado a la formación permanente del profesorado e innovación educativa.
Si el lugar de estudio es agradable y cuidado, crea bienestar y eficiencia, estás más receptivo
Se aconseja delimitar la zona de trabajo: una mesa, por ejemplo, ya es un límite. La silla ha de ser cómoda y la espalda ha de quedar recta. En relación al escritorio, debería llegar a la altura de tu cintura, de tal manera que al sentarse se puedan apoyar los codos sobre la mesa sin necesidad de agachar los hombros. Si no se llega a la mesa, siempre se puede poner un cojín.
Los especialistas recomiendan evitar las camas y sofás, ya que invitan a adormecerse, con lo cual el trabajo no se termina. Si hay que leer, se puede hacer en exteriores, como en la terraza.
Sin ruidos por favor
Otro aspecto clave para disponer de un buen espacio de estudio es que no haya interferencias ni ruidos, a poder ser. Para bloquear los sonidos distractores se pueden usar cascos o sonidos de lluvia o ruido blanco de fondo. Hay sitios web y aplicaciones con muestras de estilos.
Si es importante hacer respetar la ausencia de ruido y gritos en casa durante las horas de estudio. También puedes poner un cartel más o menos informal. Ahí van algunas ideas de ejemplo: desde el “no molestar” pasando por el “silencio por favor” hasta el “ya basta... Estoy estudiando aquí!”.
Pon cerca el material necesario
Todo aquel material necesario para estudiar (libros, portátil, diccionarios, atlas, papeles, bolígrafos, calculadora, apuntes...) tiene que estar cerca para no tener que levantarse continuamente. Tener todo ello al alcance es una forma también de no perder tiempo buscando una regla o minas de lápiz, por citar algunas herramientas.
Luz, ventilación... un buen ambiente
Sentirte cómodo en el espacio de estudio es fundamental. La pedagoga italiana Vea Vecchi, una de las primeras especialistas en educación artística en Reggio Emilia, considera precisamente que el espacio es un importante activador del aprendizaje.
Otra recomendación de los expertos es que la luz ambiental es esencial para la productividad. Por eso, proponen situarse cerca de una ventana o balcón con luz natural indirecta, importante para la visión. Y si se ha de estudiar con luz artificial, que sea cálida. Y los colores claros y neutros de las paredes ayudan más a la concentración.
Un área de estudio oscura no sólo facilitará el quedarse dormido, dicen, sino que además puede llevarnos a forzar la vista, lo cual pondrá freno a cualquier sesión de estudio. Para aquellos que estudian muchas horas ante el ordenador o el portátil hay que tener en cuenta una serie de consejos para cuidar los ojos como inclinar ligeramente la pantalla o la distancia de observación, que debería alargarse a como mínimo 35 centímetros.
También es importante que la zona de estudio tenga una buena ventilación y la temperatura sea adecuada, ya que de esta forma aumentará el confort y el rendimiento. Todo ello mejora la capacidad de atención y resistencia física, reduce la fatiga y proporciona mayor energía.
Ordenado y no sobrecargado
Tener todo el material superpuesto y una mesa repleta de cosas lleva a la confusión. Para evitar distracciones, lo mejor es colocar los elementos justos. Se aconseja no sólo tener delante lo que se necesita en ese momento sino que mejor si, además, está ordenado. El desorden puede provocar distracciones innecesarias. El espacio, sin embargo, no ha de estar sobrecargado.
“Se está produciendo en casa un aprendizaje que es muy importante. Esto nos hará crecer a las personas. Por eso también hay que buscarle todas las potencialidades a esta situación”, señala Bardera.
Imágenes que motiven
También se puede personalizar el espacio de estudio con aquellas imágenes que resulten atractivas. Alguna foto de la mascota, que tantos beneficios aportan con o sin confinamiento, será un buen reclamo y una buena motivación para concentrarse y acabar antes. O la foto del capricho que uno espera obtener después de pasar los exámenes... podría ser también otra buena opción.
Saber decir basta
Al final de la jornada de estudio también hay que saber parar. El horario ayuda a visualizar que es hora de desconectar, y que es bueno hacerlo para afrontar un nuevo día en condiciones, sin excesivo cansancio. Después del estudio, para distraerse son muchos los que optan para sumergirse en las redes haciendo uso de las pantallas. En este caso saber decir basta, a veces, cuesta más.
Pero no dejar las pantallas a tiempo puede ser un inconveniente incluso para conciliar el sueño. Hacerlo un rato antes de ir a dormir favorecerá que se pueda dormir mejor. Si hay problemas en el dormir, se aconseja establecer una pautas de buena higiene del sueño y una rutina para desconectar.
Fuente: t.ly/0gpO